PRIMUM VIVERE

 

Hace los años suficientes como para recordarlo con nostalgia, los amigos y amigas de la pandilla playera torrevejense recalábamos con cierta frecuencia a tomar los cafés en la cafetería de Cabo Roig, por entonces casi recién estrenada. Simulaba el salón los camarotes de un bergantín, forrados todos ellos, como es natural, de madera machihembrada color caoba. Reclinados en los asientos fijos que circundaban las mesas, podíamos leer, grabado a fuego a lo largo del arco del fondo, un refrán marinero escrito en latín: "Navigare necesse est; vivere non est necesse". Navegar es necesario, vivir no.

Aunque el único parecido de la política con la navegación son las galernas que se desatan, parece como si la dichosa política se hubiera convertido en el eje de nuestra existencia, quizás por la necesidad de los que se dedican a ella de mostrar su imprescindibilidad, como seguro de vida.

Indudablemente, la política es necesaria, y participar de ella un derecho y un deber ciudadano, además de una necesidad para que contemos como personas y no seamos, simplemente, contados, como les gustaría a más de uno. Sin embargo, la política no debe ser más que un medio, y nunca un fin. La política no debe estar nunca por encima de las personas y sus relaciones. Esa frase marinera de "Navegar es necesario, vivir no" tiene una segunda parte indispensable: "Para poder navegar, es necesario vivir".

Estamos llegando demasiado lejos con la dialéctica de la política. Nos estamos pasando con la filosofía del agua, cuando lo realmente necesario es tener un grifo. Menos filosofía y más convivencia. A ese "Primum vivere" de Hobes le vendría bien una pequeña corrección: "Primum convivere, deinde filosofare".

 

Marzo 2004

 

 

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