DE CANDILEJAS Y OTRAS ONDAS

En el pasado Pleno conocimos parte del informe de los auditores que analizan la situación administrativa del Ayuntamiento, en relación a la situación de Radio Abarán y a la gestión del Teatro Cervantes por la anterior Corporación. En él se emplean términos técnicos que, trasladados literalmente al lenguaje llano, provocan una alarma social que no se corresponde con la realidad..

Cuando habla de irregularidades en la contabilidad de Radio Abarán, no significa que nadie se haya aprovechado de su dinero, sino que no hay en la Intervención Municipal la constancia contable que la Ley determina, al considerar la Emisora de exclusiva gestión directa por el Ayuntamiento. Y Salvador, Honrubia, Jose, etc., son muy libres de haber hecho con ese dinero lo que mejor les haya parecido, porque es suyo, como todos han reconocido y expresado, y así consta en las Actas correspondientes.

En lo que concierne a su continuidad, de lo allí escuchado y los autorizados comentarios recogidos en conversaciones de las que he sido testigo, nadie pone la menor traba a que sean las mismas personas las que continúen con su trabajo, reconociéndoles siempre el mérito de que Radio Abarán está donde está gracias a su exclusivo esfuerzo y dedicación.

Quienes por un motivo u otro hemos tenido relación directa con esa emisora y sus gestores, tanto como clientes de publicidad como colaboradores esporádicos en sus programas, cuyos micrófonos hemos tenido siempre abiertos con absoluta libertad, sólo podemos alabar sin límites su labor y disposición. Sin olvidar su colaboración, gratis et amore, en multitud de actividades.

Otra cosa muy distinta es la necesidad de cubrir la responsabilidad del Ayuntamiento, dando forma legal a lo que hasta ahora ha funcionado de manera extraordinaria, con la aquiescencia de la autoridad municipal y, sin ninguna duda, de buena fe. No podemos promulgar las leyes para ignorarlas -y ejemplos no nos faltan, lamentablemente-, como si de una república bananera se tratara, y esa gestión dentro de los estrictos límites de la Ley sirve, además, como garantía de continuidad.

En el caso del Teatro Cervantes, los auditores consideran incorrecta la gestion de las recaudaciones, ya que la norma impone que las taquillas deben ingresarse y los Fondos a Justificar, necesarios para pagar las películas u otros gastos, anticiparse por la Caja Municipal, mediante Mandamiento en el que se especifica ese fin. Y aquí es donde cabe dejar bien claro que el informe habla de un error de procedimiento, pero en modo alguno imputa malversación de esos fondos. El problema viene suscitado porque no se protegió debidamente el buen nombre de la anterior Concejala de Cultura. Sí que hicieron hincapié en aspectos secundarios -el saldo de la cuenta es irrelevante-, pero no una defensa expresa de la confianza que de todos merece la honradez de Gloria Morte, que pudo incurrir -también de buena fe- en errores crónicos de procedimiento que no ha inventado ella, pero cuya labor al frente de la Cultura de Abarán no admite dudas, pues estuvo muy por encima de otras áreas de las que no fue responsable directa, aunque es tan inevitable como injusto que le salpiquen.

Una vez más, es necesario insistir en que una cosa es valorar la gestión pública de una persona y otra hacer juicios de valor sobre la persona. Todos estamos pagando las consecuencias de unas actitudes en las alturas -lamentables, por insultantes y vergonzosas- donde parece que todo vale en la nueva moda de la política basura, que antepone a cualquier argumento positivo la descalificación del adversario, a cualquier precio y tomándonos por idiotas.

Esas actitudes nos llegan en cascada e irrumpen, como una cuña, en un ambiente en el que no tienen cabida. Porque no es lo mismo que se pongan a parir quienes sólo se conocen como políticos, que se tiren piedras al tejado quienes se ven en la calle a todas horas y tienen una relación estrecha por amistad o vecindad. Se hace realidad la frase de Asunción, la del Manojo de Rosas: "Y vamos a no tirarme chinitas al tejao, que lo tengo de vidrio y alguno se puede cortar con los cristales". Y acaba cortándose sin remedio.

Llegados a este punto -del que creo que no podemos pasar, por el bien y la salud social de nuestro Pueblo- es imprescindible que intentemos acomodarnos a la nueva situación de nuestra Administración Municipal, que, precisamente por ser administración, debe estructurarse como tal. Y es muy triste que tengamos que recordar sin cesar que el pasado 25 de Mayo salió de las urnas una nueva Corporación que tiene que gobernar Abarán –un Abarán que es de todos- durante cuatro años, al final de los cuales los mismos votantes emitirán el veredicto a su gestión. Así de simple.

Mientras tanto, hemos de reconocer a esa Corporación el derecho a organizarse, pues si se aduce el resultado de unas Elecciones Generales para dar carta de legitimidad a meternos en una guerra, con más motivo el resultado de unas Elecciones Municipales debe legitimar al Alcalde surgido de ellas para que organice el Ayuntamiento según su criterio. Y sobre esa nueva estructura administrativa, ajustada a la legalidad vigente, vendrán las decisiones políticas que, al contrario de la Ley, son susceptibles de discusión, crítica y oposición. Una oposición que no puede plantearse en los mismos términos cuando se viene de ejercer el poder desde tiempo inmemorial, con sus cargas y gravámenes, que cuando no se ha tenido nunca responsabilidades de gobierno.

Por ese condicionamiento del pasado, convendría, quizás, aprovechar las oportunidades de guardar un discreto silencio y meditar sobre lo que defendemos, porque puede suceder que nos rasguemos las vestiduras por considerar ofensiva la crítica a una gestión pública que ha merecido, incluso, más que un tirón de orejas del Tribunal Superior de Justicia -al que sólo el Tribunal Supremo puede cuestionar-, cuando antes defensa y cliente han "calificado" a personas "con familia" -en público y en privado y con manifiesto desprecio-, por algo, al parecer, tan reprobable como ejercer líbremente el elemental derecho ciudadano de dar su voto a quien consideren oportuno.

Para rasgarse las vestiduras hay que cuidar la ropa interior, porque, en su defecto, uno/a corre el peligro de quedarse -con perdón- con el pompis más al vent que la cara del Raimon. Por poner un ejemplo.

 

Marzo 2004

 

 

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